El 21 de septiembre de 1969 el Apolo XI se posos sobre la superficie lunar; sin embargo, ciento trece años antes, Julio Verne, había anticipado la idea de un viaja espacial. Verne representa el espíritu de los hombres de su época, fascinados por los avances científicos y tecnológicos que se sucedían de manera vertiginosa. Inventos como el automóvil, el avión, el submarino, el telégrafo, el teléfono, el cinematógrafo o la bombilla eléctrica son parte de estas innovaciones. Verne estudia y traslada este ambiente científico a sus obras literarias. Es este contexto se organiza también grandes exposiciones internacionales, las cuales aunque estaban inspiradas en las ferias comerciales que habían proliferado desde finales del siglo XVIII en Europa y Estados Unidos, fueron alejándose del carácter estrictamente mercantilista y comercial. En realidad, se concibieron como escaparates, por medio de los grandes pabellones “nacionales”, del progreso tecnológico, científico y cultural de los países.
Aunque su objetivo era el intercambio tecnológico, destacaban más por su carácter educativo que por el comercial. Se trataba de extender la idea de progreso basada en un nuevo conocimiento científico y el desarrollo tecnológico que generaba un desarrollo industrial extraordinario. Se difunde la idea de que el progreso lograría la “unidad de la humanidad” y felicidad. En la ciudad de Londres, en Inglaterra, se realizó la primera feria mundial en 1851. Tuvo lugar en el Palacio de Cristal, un lugar construido especialmente para ese evento, “La Gran Exhibición”. En la primera gran exposición estaban representados un total de cuarenta países por medio de 13 397 expositores, agrupados por nacionalidades, que mostraban un total de 100 000 artículos, divididos en cuatro grandes categorías: productos brutos, maquinas, manufacturas y objetos de arte. Nunca antes había habido una reunión de tal magnitud. Esta primera gran feria mundial albergo desde la novísima locomotora hasta el más preciso reloj; las colonias pudieron presentar sus materias primas, sus artesanías y sus animales “exóticos”. Las ferias mundiales son una muestra de lo mejor que puede hacer el ser humano en todos los campos. También en 1862, en Londres, se presento la caldera de vapor; y en Filadelfia, en 1876, Alexander Graham Bell presento y patento el “cable parlante”, ni más ni menos que el imprescindible teléfono de hoy.
Thomas Alva Edison deslumbro con el fonógrafo en 1878. Francia asombro con la Torre Eiffel en 1899, año en que los visitantes, por medio de una pantalla, hicieron el primer viaje virtual de la historia. La hamburguesa fue presentada por primera vez en la feria de 1904; Picasso mostró el Guernica en 1937. Las ferias mundiales sirvieron, además, como punto de encuentro de los científicos e intelectuales mas reconocidos, lo que permitió la constitución de algunos organismos y asociaciones internacionales que unificaban y promovían los conocimientos científicos que caracterizaron la ultima parte del siglo XIX y la primera del siglo XX. Por ejemplo, en la feria mundial de 1851 de Londres, se organizó el Primer Congreso de Estadística, que sirvió para sentar las bases de la estadística internacional. En las ferias mundiales de hoy en día, como las del siglo XIX, es posible admirar los últimos avances de la ciencia y la tecnología. Hoy la gente queda admirada con los robots sofisticados, como en aquella época quedaban admirados con los inventos como el automóvil, el cinematógrafo o el teléfono.
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