El crecimiento industrial y poblacional del siglo XIX trajo la necesidad de formar mano de obra calificada que fuera capaz de manejar, arreglar y en su caso construir la maquinaria que hacía posible del desarrollo de las fábricas.
Por ello, en los países industrializados, el Estado quitó el monopolio educativo a la Iglesia y estableció la educación pública, laica, gratuita y obligatoria, por lo menos la educación elemental, llamada en ese tiempo básica o primaria.
La organización escolar se realizó con división de género, había escuelas para hombres y para mujeres, aun cuando la población escolar era muy baja. Los grupos llegaban a ser de hasta 80 alumnas o alumnos.
En los inicios del siglo XIX aún no había escuelas formadoras de profesores de la escuela elemental, de tal manera que estos se formaran en la práctica, normalmente ayudando a un maestro.
El pensamiento pedagógico del siglo XIX se dividía en dos corrientes: una sustentada por Karl Marx que dio impulso al movimiento popular socialista, y otra representada por Augusto Comte que reflejaba la consolidación del pensamiento burgués también conocida como positivismo.
Así mismo, Herbert Spencer definió lo que para él era la formación científica de la educación. Esto se traduce en el pragmatismo que se intentó poner en práctica en la educación de masas, algunos países industrializados con aspectos que se consideraban útiles y necesarios para la vida de los individuos en la sociedad.
El positivismo también llegó a la educación mexicana a través de Gabino Barreda, quien formó parte del gabinete del presidente Benito Juárez.
Por ello, en los países industrializados, el Estado quitó el monopolio educativo a la Iglesia y estableció la educación pública, laica, gratuita y obligatoria, por lo menos la educación elemental, llamada en ese tiempo básica o primaria.
La organización escolar se realizó con división de género, había escuelas para hombres y para mujeres, aun cuando la población escolar era muy baja. Los grupos llegaban a ser de hasta 80 alumnas o alumnos.
En los inicios del siglo XIX aún no había escuelas formadoras de profesores de la escuela elemental, de tal manera que estos se formaran en la práctica, normalmente ayudando a un maestro.
El pensamiento pedagógico del siglo XIX se dividía en dos corrientes: una sustentada por Karl Marx que dio impulso al movimiento popular socialista, y otra representada por Augusto Comte que reflejaba la consolidación del pensamiento burgués también conocida como positivismo.
Así mismo, Herbert Spencer definió lo que para él era la formación científica de la educación. Esto se traduce en el pragmatismo que se intentó poner en práctica en la educación de masas, algunos países industrializados con aspectos que se consideraban útiles y necesarios para la vida de los individuos en la sociedad.
El positivismo también llegó a la educación mexicana a través de Gabino Barreda, quien formó parte del gabinete del presidente Benito Juárez.
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