Al final de la segunda guerra mundial, Alemania había sido dividida construyéndose un muro en la ciudad de Berlín que marcaba la separación entre la republica federal Alemana con un régimen capitalista y la republica democrática alemana con un régimen socialista.
Gorbachev inició un proceso de apertura política y económica en su país, conocido como Perestroika y Glasnost, que se tradujo en un relajamiento del rígido control que mantenía la URSS sobre los países socialistas, como Polonia, Hungría y Checoslovaquia, a la vez que movimientos separatistas en la propia Unión Soviética. A finales de 1989 ante la negativa del gobierno de la República Democrática Alemana de realizar reformas, las manifestaciones y protestas iban en aumento exigiendo reformas políticas, económicas y sociales.
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